jueves, 16 de junio de 2011

The Call

Esto comenzó como un sentimiento
Que se convirtió en una esperanza
Que entonces se convirtió en un pensamiento tranquilo
Que entonces se convirtió en una palabra tranquila

Y entonces esa palabra creció mas fuerte y mas fuerte
Se trata de un grito de batalla

Voy a volver
Cuando me llames
No hay necesidad de decir adiós

Solo por el hecho de que todo es cambiante
No significa que nunca
Ha sido de esta manera antes

Todo lo que podemos hacer es tratar de saber
Que amigo eres
Como tu vas a la guerra

Escoje una estrella en el oscuro horizonte
y sigue la luz

Volverás
Cuando esto acabe
No es necesario decir adiós

Ahora estamos de vuelta al comienzo
Es solo una sensación y ahora se sabe aun
Pero solo porque no puedo sentir demasiado
No significa que tienes que olvidarlo

Deja que tus recuerdos se vuelvan fuertes y mas fuertes
Que están ante tus ojos

Volverás
Cuando me llames
No es necesario decir adiós

sábado, 4 de junio de 2011

Amante Eterno



 Rhage tembló, una prisa balsámica floreciendo saliendo  por toda su piel. El deje musical de su voz, el ritmo de su discurso, el sonido de sus palabras, todo eso esparciéndose a través de él, calmándolo, confortándolo. Encadenándole dulcemente.
Él cerró sus ojos. -Dime algo más.
-¿Qué? -Preguntó ella, desconcertada.
-Conversación. Háblame. Quiero oír tu voz otra vez.
Ella guardó silencio, y él estaba a punto de exigirle que hablase cuando dijo. -No tienes buen aspecto. ¿Necesitas un médico?
Él se encontró tambaleándose. Las palabras no importaban. Era el  sonido: El punto bajo, suave, acariciándole los oídos. Se sintió como si él estuviera siendo acariciado por dentro de su piel.
-Más.-Dijo él, retorciendo su palma por la parte delantera de su cuello de manera que podía sentir las vibraciones de su garganta mejor.
-¿Podría.....podría por favor soltarme?
-No. - Él subió su otro brazo. Llevaba puesta algún tipo de lana, y él movió a un lado el cuello, echándose al hombro su mano de manera que no pudiera escapar de él. -La conversación.
Ella comenzó a luchar. -Me aprieta.
-Lo sé. La conversación.
-Oh, por el amor de Dios, ¿qué quieres que diga?
Aun exasperada, su voz fue bella. -Cualquier cosa.
-Bien. Saca tu  mano de mi garganta y déjame ir o yo voy a darte con la rodilla donde cuenta.
Él se rió.
-Sigue hablando.-Dijo él contra su oído. Dios mío, ella olió muy bien. Limpio. Fresco. Como  el limón.
-Por favor. -Murmuró él.
      -Yo… er, no tengo nada para decir. Excepto apártate de mi.
-Entonces di eso.
-¿Qué?
-Nada. Di nada. Otra y otra y otra vez. Hazlo.
-Dilo.- Le ordenó él.
-Bien. Nada. Nada.-Abruptamente ella se rió, su risa lo atravesó directamente por  su columna vertebral, quemándolo. -Nada, nada. Naaada. Naaada. Naaaaaaaada. -¿Está lo suficientemente bien para ti? ¿Me dejarás marchar ahora?
-No.
-Háblame Mary.